El pasado 11 de septiembre en el diario "El País" pudimos leer un artículo muy interesante el que nos cuenta la experiencia de unas docentes que trabajan por proyectos. Si leéis el artículo podréis ver como estas docentes han cogido el tema de la cocina para dar sus clases, creando incluso cocinas en miniatura para sus alumnos. Sin más, os dejos con la noticia:
"Un ring ring cibernético anuncia una videollamada entrante de Skype. El niño encargado del aula ese día hace clic con soltura y responde. Al otro lado del ordenador puede asomar un cocinero, un periodista, un padre. A saber. La clase de infantil de tres años del centro de educación infantil y primaria (CEIP) Sigüeiro, en el concejo de Oroso, cerca de Santiago de Compostela, se ha hecho famosa porque en realidad es una cocina en miniatura, hecha a medida y sin libros de texto. Los alumnos pesan alimentos, alguien trae una bolsa de galletas y calculan a cuántas tocan; prueban verduras que en casa ni se molestarían en oler; han incubado huevos hasta que han salido los pollitos; cada plato que elaboran tiene su canción, compuesta por la maestra de música del colegio; van al mercado a comprar. Un blog recoge sus experiencias. Y cada 15 días graban un programa de televisión a imagen del de Arguiñano, de quien tienen un libro de recetas firmado.

Este reportaje trata de poner cara a los docentes que ejercen su labor de otra manera, a veces a contracorriente. Podrían calificarse de creativos, o innovadores, aunque sean etiquetas que despierten recelos. “Creo que hay muchas novedades que son banalidades y errores, y muchas mejoras que no son innovaciones, sino incluso recuperaciones”, puntualiza el catedrático de Sociología Mariano Fernández Enguita, creador de la red educativa Innova. En su opinión, “lo que se necesita son profesionales responsables de su trabajo, que tomen decisiones para hacerlo mejor en su aula, su centro, su comunidad… Sean las que sean”. Siempre fueron imprescindibles, pero lo son aún más en tiempos convulsos y de cambios, porque alientan la reflexión y el espíritu crítico, urge el gallego Manel Rives, 17 años en su tierra, donde montó un informativo por Internet en su colegio, y el último curso en Murcia, en un aula ocupacional para alumnado absentista.
Protagonismo de los estudiantes, creatividad, valor del proceso completo, más allá del resultado. Néstor Alonso, maestro asturiano, reivindica estas tres patas, que ni son nuevas ni se las acaba de inventar, para el banco educativo.
Sus alumnos recrean el diario de un naturalista para recordar a Darwin, elaboran narraciones digitales en formato multimedia, geolocalizan los cuadros de un paisano, el pintor Nicanor Piñole. Alonso, un referente en la aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el aula, dice que intenta “no reproducir el modelo de escuela que a mí tanto me aburrió en mi etapa de estudiante”, y que las herramientas digitales le ayudan en ese “enfoque metodológico más abierto, activo, participativo”. Defiende que las materias no son compartimentos estancos, sino vasos comunicantes, y que una efeméride o una noticia puede ser “el punto de partida para un proyecto que involucre a varias materias y desarrolle distintas competencias del currículo”.

Pues Javier Monteagudo ha decidido que en sus clases de música esté el iPad simulando el sonido de un instrumento o como un instrumento más de la orquesta. “Con la tecnología busco el elemento diferenciador, motivador; hacer con la tableta lo mismo que con el libro no supone ninguna mejora”, razona. Siempre hay algún niño que le sorprende improvisando una base o un ritmo. Como tutor, sale con su grupo de quinto de primaria a fotografiar las barreras arquitectónicas del barrio; se ponen en la piel de un discapacitado vendándose los ojos o circulando en silla de ruedas; luego expresan sus sensaciones en la hora de lengua. “Intento que aprendan del modo más multidisciplinar posible”, apunta. No se siente en absoluto aislado en su centro, el CEIP Manuel Bartolomé Cossío de Madrid. El trabajo por proyectos es una metodología más que convive con los libros de texto y ayuda a interrelacionar materias.

En el mejor de los casos, al docente lo dejarán a su aire en el claustro; en el peor, tendrá que enfrentarse a las reticencias de compañeros y/o padres, y acostumbrarse a ser el bicho raro. Ni va a ganar más ni va a estar mejor considerado. Y si un día se cansa y lo deja, también dará igual. “Los profesores creativos pueden constituir más del 50% del colectivo, pero una forma de dar clase creativa no llega ni al 10%”, diferencia Fernando Alberca, profesor de bachillerato y autor de un par de libros sobre creatividad. El ser humano es conservador y resulta más cómodo dejarse llevar por la corriente. Evita problemas. Néstor Alonso tacha al sistema de inmovilista, impermeable a los cambios. “Casi nadie quiere salir de su zona de confort”. Los veteranos, porque es lo que han hecho siempre; las nuevas generaciones, porque tampoco han visto en su formación otros “modelos interesantes”; las familias, “porque dan por válido el modelo de escuela que vivieron”, y la industria editorial, porque le va muy bien así.
Monteagudo confiesa que en sus primeros años era más tradicional, como resultado de la formación nada innovadora recibida en Magisterio. Y que ha sido después, a través de los centros territoriales de innovación y formación de Madrid (ya “prácticamente extinguidos”, por cierto), donde ha ido ganando en heterodoxia. La visión de Rives sobre la formación continua no es tan positiva: “El 90% va sobre herramientas… ¿Por qué, si el problema es la metodología?”. Enguita lo resume en un par de frases lapidarias: “La formación inicial es poca y poco exigente, también la selección; la formación continua está burocratizada, casi fosilizada”. Toni Solano, licenciado en Filología Hispánica, profesor de lengua del IES Bovalar de Castellón, lo tiene claro: “Filología o Geografía e Historia están pensadas para producir filólogos e historiadores, pero el 80% de su alumnado termina enseñando”. Como muchos, se licenció, hizo el curso de adaptación pedagógica (CAP), oposiciones y ¡hala!, al instituto.
“Lo de las ideas geniales… Todos las tenemos, la cuestión es llevarlas a la práctica y que sean eficaces”, matiza. Él no se considera creativo, “sino una especie de surfero navegando por la Red, ese claustro virtual donde contactamos con compañeros que a veces comparten contigo más que los de tu propio claustro”. Es “un vivero de ideas impresionante”, insiste. Algunas, descabelladas; otras, inabordables; pero de repente una “encaja en el contexto en el que trabajas en ese año”. Hace tres cursos, a cuatro blogs de aula de tres comunidades autónomas –A Pie de Aula, Blogge@ndo, Tres Tizas y Re(paso) de Lengua, que es el de Solano– se les ocurrió realizar un callejero literarioen el que los alumnos, cámara en mano, documentaran y subieran a Google Maps las calles de su ciudad con nombre de autor, obra literaria o personaje de novela. Este proyecto colaborativo ya va por su tercera edición e involucra a centros de Andalucía, Murcia, las dos Castillas, Cantabria, el País Vasco, Cataluña, Argentina.
Solano, defensor del uso educativo de las TIC para estrechar la brecha digital abierta entre la escuela y el mundo, propone a sus estudiantes subir podcast con información sobre autores españoles exiliados, crear productos y spots publicitarios. Y videopoemas con versos de Campos de Castilla o de clásicos. Es su forma de interesar a adolescentes por algo tan alejado de su realidad como La noche oscura del alma, de san Juan de la Cruz. Herramientas para motivarlos, llegar a ellos, hablarles en su idioma. “Me lo imagino como una isla de la que hay que sacar a los chicos para llevarlos al mundo adulto. Puedes construir un helicóptero, hoy por hoy tienes las piezas necesarias; pero un profesor de toda la vida en vez de un helicóptero hará una balsa, porque es así como se han salvado los náufragos tradicionalmente”. La balsa, de metal, se hundirá. Glu, glu, glu."
Como hemos podido comprobar que existen muchas formas (metodologías) de ejercer nuestra futura labor en las aulas. Es cierto que hoy en día todavía nos encontramos con problemas a la hora de utilizar este tipo de metodología, pero, trabajar por medio de proyectos supone un mayor enriquecimiento para el docente. Por un lado conseguimos la total implicación de los alumnos hacía la materia, por otro lado trabajar por proyectos conlleva con, acabar con los exámenes, una metodología que poco a poco, con la implicación de docentes, iremos cambiando.
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