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Antes de empezar... |
Había una vez, en un reino lejano,
un rey muy cruel que mataba de hambre a
su pueblo mientras que él y su corte despilfarraban el dinero en celebraciones
y opulentos festines.
Debido a la pobreza que se padecía
en las casas de los aldeanos, muchas familias abandonaban a sus hijos ante la
imposibilidad de mantenerlos. Éste era el caso de los pequeños hermanos Oliver
y Alicia. Pese a que la madre de los niños se negaba a abandonarlos, dada la
precariedad de su situación, el padre los despertó una mañana cuando el sol aún
no había salido. Los niños tiritando de frío y desconcertados, fueron
conducidos por su propio padre a un frondoso bosque de abetos. Una vez allí el
padre les dijo:
-
Hijos
míos, no os mováis de aquí! Antes del atardecer regresaré a por vosotros.
Y así llegó la oscuridad y el padre
todavía no había aparecido. Oiver y Alicia, viendo que su padre no regresaba
y asustados por los los sonidos
siniestros decidieron buscar el camino de vuelta. Sin embargo, debido a la
espesa nieva nocturna no tardaron en perder el rumbo y adentrarse en las
profundidades del monte.
A la mañana siguiente,
Oliver y Alicia se despertaron con el sonido de un rebaño de cabras, que estaba
cuidado por una pastorcilla.
-
¿Quiénes sois? ¿qué hacéis aquí?- preguntó
ésta.
Los niños, aunque un poco recelosos
al principio, comenzaron a contarle su historia a la pastorcilla.
No tardaron en hacerse amigos y la
chica, llamada Davinia, les ofreció su ayuda, ya que ella se dedicaba a vender
la leche de su ganado a los miembros de la corte. Esto suponía que la joven
tenía acceso a palacio, por lo tanto decidieron
trazar un plan para colarse en
las cocinas y obtener algo de comida.
Cayó la noche y los tres amigos
llegaron a las puertas traseras de palacio. Davinia no tenía miedo, pues no era
la primera vez que robaba. Oliver y Alicia se mostraban temerosos, aun así
decidieron seguir adelante, pues las tripas les rugían y ya no podían aguantar
un día más sin comer.
Consiguieron lo que buscaban,
pasteles, pan y algo de fruta. Corrieron para que nadie los viese, pero antes
de salir del castillo un guarda hirió en la pierna a Oliver con una flecha y
rápidamente lo encerró en un decrépito calabozo.
Las dos niñas, asustadas
consiguieron escapar y llegaron a una posada cercana.
Alicia lloraba desconsolada, pensaba que había perdido a su hermano para
siempre y no lograban dar con una solución para tan grave problema. Los huéspedes, enternecidos por los
llantos de la niña le preguntaron:
-
¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
-
El Rey ha mandado encerrar a mi hermano en el
calabozo, nosotros sólo queríamos algo comer pues no tenemos casa ni padres.
Esto creó en la gente de la posada
una indignación que se unía al descontento que ya tenían por las condiciones
miserables en las que el rey les hacía vivir.
De modo que decidieron tomar medidas para terminar con el gobierno de
ese rey y liberar al hermano de Alicia.
Desesperados
y armados con antorchas y palos derrotaron al rey que atemorizado por la muchedumbre abandonó el reino y no volvió nunca. Liberaron a Oliver e instauraron un Gobierno
basado en la igualdad que terminó con el hambre y la miseria y así nunca más
ningún niño fue abandonado.
¡Esperamos que os haya gustado!
¡Esperamos que os haya gustado!
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