El canon literario y la literatura infantil y juvenil. Los cien libros del siglo XX
Isabel Tejerina Lobo
El artículo comienza
definiendo el canon literario como un conjunto de obras que pretende reunir
aquéllas que tienen más calidad e importancia y que, por tanto, son más
merecedoras de ser leídas. La autora se plantea entonces una serie de
cuestiones relacionadas como quién elabora los cánones, cómo se aplican o cómo
se mantienen a lo largo del tiempo. Existen, asimismo, muy diversos criterios
de selección, entre los que se incluyen el modelo estético, los valores que
transmiten o la identificación posible con los lectores más jóvenes.
Tejerina menciona en este
artículo una serie de guías que, sin ser cánones, pretenden orientar en la elección
de literatura para niños, pero aquél que se detiene a analizar es Cien libros para un siglo (Equipo
Peonza, 2004), que recoge y comenta las obras más significativas de cada uno de
los años del pasado siglo XX. Los aspectos en los que se centra son las
características generales del contenido, la nacionalidad y género de los
autores seleccionados y la presencia de la literatura infantil española.
El recorrido cronológico
de este libro abarca desde 1901 hasta el año 2000. Se puede ir comprobando el
aumento progresivo en la creación literaria infantil a través de los años. Uno
de los principales inconvenientes es que, al tener que elegir un libro por año,
hay algunas obras de gran calidad que son relegadas a meras citas (por haber
varias publicaciones literarias importantes en ese mismo año), mientras que
otras, quizá no tan buenas, acaban siendo comentadas detenidamente, por escasez
de títulos. Existe una presencia destacada de tebeos o cómics, mientras que el
teatro y la poesía no están incluidos.
De entre las 21 nacionalidades
con representación, la dominante es la española, seguida de la británica, la
estadounidense, la francesa y la alemana; siendo la mayor parte de estos
autores hombres, con tan sólo 24 mujeres en la lista de 100 escritores.
Respecto a la predominancia de la literatura infantil y juvenil española, la
autora afirma que ésta se produce sobretodo a partir de los setenta, con 15
autores en 26 años. Es un dato que llama la atención si tenemos en cuenta el
carácter universal de la guía, pero que probablemente pretenda dar prioridad a
nuestra producción.
Personalmente, y para
finalizar, prefiero manuales como el que Isabel Tejerina analiza en este
artículo, y cuya intención es ayudar a elegir un libro adecuado para niños, que
un canon cerrado que limite los títulos y determine cuáles merecen la pena y
cuáles no, sin tener en cuenta la opinión ni las necesidades del público
receptor, que en este caso son niños y adolescentes.
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